Las naciones que componen el antiguo Cercano Oriente son Sumeria, Egipto,
Palestina, Siria y Persia. Estas naciones entendían que el ser humano tenía el
derecho natural de involucrarse en actividades físicas productivas en su vida
diaria.
En
Persia, se consideraba a la educación física como un instrumento para
desarrollar individuos fuertes y vigorosos, con el objetivo principal de
preparar física y moralmente a su ejército.
Los jóvenes participaban en
programas de ejercicio físicos con el fin de poder desarrollar su fortaleza
muscular y tolerancia. Fuera de propósitos militares y de salud, el
desarrollo físico de los egipcios estaba dirigido hacia un fin vocacional,
recreativo o religioso.
A la edad de seis años se iniciaba en los niños un programa de
entrenamiento riguroso. Este tipo de entrenamiento consistía de caballería
(montar a caballo), arquería, la marcha, la caza y juegos activos para el entrenamiento de lo físico y para un compromiso hacia la
verdad en la educación moral.
El énfasis era que estos niños aprendieran aquellas destrezas motoras
necesarias para el desarrollo óptimo de un soldado, listo para el combate. Una
vez se alcanzaban los doce años, el niño se sometía a una prueba de
sobrevivencia en un ambiente remoto y hostil. Bajo estas circunstancias, el prospecto soldado tenía que
cruzar ríos a nado con su armadura, protegerse contra los fenómenos
climatológicos y desarrollar otras estrategias para poder subsistir.
La educación física y salud era, pues, fomentado y dirigido por los líderes
militares. Este
abarcador y organizado sistema de entrenamiento muy particular en la nación
Persia la condujo a un triunfo rotundo durante sus confrontaciones
bélicas.
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